Bárbara Belloc (1968)

Bárbara Belloc, Bla. Buenos Aires, Último Reino, 1993. Dimensiones: 16,50 x 10, 50 cm.

La poesía de Bárbara Belloc es plural y, como ella misma, es plurilingüe y algo más: el lenguaje está poblado de innumerables entradas y salidas donde puede hallar símbolos, referencias, prismáticos sentidos, músicas, lecturas, trazos, despojos, bestias o dioses. En la poesía de Belloc la enciclopedia no es como en Borges un doble fantasmal del mundo, sino un alfabeto de signos en los cuales extraviarse con talismanes atesorados. En ese laberinto de emblemas el poema tiembla y se multiplica en imágenes inesperadas en las cuales late una cierta extrañeza, como si en todas partes se sintiera forastera.
Desde el comienzo buscaba su extraño espacio, que refunda en el poema con otro nombre diverso –incluso en el nombre habitual– y lo transforma: en Bla, su primer libro, ese lugar puede llamarse “la normandía”: “aullo / del otro lado / estoy en la Normandía”, dice la voz del poema. O bien ese espacio es la planicie roja, la casa o el cuarto oscuro, el jardín del Paraíso, Las Vegas. Se exterioriza en mundos, pero asimismo en animales. En sus poemas hay orangutanes, perros, pájaros, peces, fieras. En Bla, desde la tapa ya, hay tigres: aparecen una y otra vez como en un ritual, en la cacería del deseo, e irrumpen como un acontecimiento del poema. O, mejor dicho, hay un tigre donde el poema acontece, salvaje, agazapado en la página en sombras: “el tigre negro libre / en el cuarto oscuro / esperando / la bendición”, escribe Bárbara Belloc.